En su conferencia mañanera del 21 de junio, el presidente López Obrador defendió el rescate de Altán Redes, la empresa privada que se comprometió con el gobierno a desarrollar la red compartida mayorista. Como en el caso de todos sus proyectos insignia, para el rescate de Altán Redes el presidente mantiene la misma lógica populista: prometer lo que se sabe imposible y tirar el dinero sin siquiera analizar la rentabilidad del proyecto.
¿Pero que es la Red Altán?
Altán Redes (Red Compartida), es una empresa estatal mexicana que opera la Red Compartida de banda ancha 5G y 4.5G LTE de alta velocidad, brindando soluciones a concesionarios y comercializadores. La compañía mexicana ganadora de la licitación fue Altán Redes, propiedad del consorcio del mismo nombre.
Lo primero que hay que decir es que Altán y la Red Compartida no son lo mismo, es decir, el hecho de que esta empresa que ganó de la licitación del proyecto haya fracasado hasta el momento, no significa que esta política pública nacida con la reforma constitucional de 2013 sea mala; de hecho tiene varias ventajas y debe ser juzgada dentro del entorno histórico del sector de telecomunicaciones en México.
Lo segundo que tenemos que puntualizar es que esta crónica del fracaso de Altán, se viene escribiendo desde hace al menos dos años. Pero este proyecto fue protegido con la creación de Promtel, un descentralizado diseñado específicamente para evitar el desastre que vemos
¿Dónde han estado Promtel, el IFT, la SCT y por qué no prendieron las alarmas desde el primer síntoma?
En el contrato que Promtel tiene firmado con Altán, se establece un fideicomiso de mil millones de pesos; un fondo de reserva para la cobertura requerida, y una garantía de cumplimiento de 5 mil millones de pesos, entre otros candados. La pregunta es: ¿dónde está todo eso?,¿ por qué no sabemos nada y por qué llegamos hasta el punto en que AMLO anuncia un “rescate”, sin que antes se hayan activado los mecanismos de escrutinio y rendición de cuentas?
El Presidente debe conformar un grupo que revise detalladamente qué fue lo que pasó y fincar responsabilidades.
El tercer tema es que la inyección de 166.6 millones de dólares que anunció el Gobierno servirá quizás para evitar la quiebra de aquí a que termine el sexenio, pero no mucho más.
No es un monto que vaya a permitir hacer las inversiones necesarias para darle viabilidad al proyecto, lo que lleva al cuarto asunto: la necesidad de un plan realmente estratégico para la conectividad y la competencia, que incluya a CFE, Telecom y a la industria, no para que Altán se salve, sino porque en efecto, no se está yendo a ningún lado y el costo de oportunidad para el país está siendo altísimo.
Así que, habría que preguntarnos si vale la pena este rescate o no, y claramente el gobierno no hizo el ejercicio de ponderar ambas opciones. El sector requiere urgentemente rumbo y este rescate, así sin planeación y rodeado de funcionarios ineptos, sólo servirá para perder dos años más.
Por lo que hace a la nueva administración de Altán, no parece que el director propuesto por Hacienda, Carlos Lerma, tenga experiencia en telecomunicaciones. En todo caso, habría que enviar una señal de confianza a clientes e inversionistas y definir si él se hará cargo de Altán mientras sale del atolladero, o si llegó para quedarse, y de ser así, cuál será el grupo de asesores que lo acompañará.
Llevamos cuatro años de promesas incumplidas de conectar a todo México y este injustificado gasto servirá sólo para que el gobierno tenga un nuevo discurso: no habrá la conectividad prometida, pero sí nuevos culpables y nuevos temas. El espectáculo continuará, y el desastre en el sector también.