Los chips son el alma de la economía moderna y el cerebro de todos los sistemas electrónicos de productos de consumo masivo como autos, teléfonos o computadores, hasta aviones de combate.
“La industria militar se ha vuelto cada vez más dependiente de los semiconductores avanzados para sistemas computacionales, sensores, y capacidad de comunicarse”, dice en diálogo con BBC Mundo Chris Miller, profesor asociado de Historia Internacional de la Universidad Tufts (Massachusetts), especializado en asuntos económicos, tecnológicos y políticos.
En 1987, Panasonic hizo una arriesgada apuesta por China. En aquella época, Japón el país de origen del gigante de la electrónica, era una potencia manufacturera mundial y la economía china no era mayor que la de Canadá.
Así que cuando la empresa creó una joint venture china para fabricar tubos de rayos catódicos para sus televisores en Beijing, se levantaron las cejas. Al poco tiempo, otros titanes de la electrónica de consumo, japoneses y de otros países, se lanzaron a China para aprovechar su mano de obra abundante y barata.
Tres décadas y media después, China es el eje de la multimillonaria industria de la electrónica de consumo. Sus exportaciones de bienes y componentes electrónicos ascendieron a un billón de dólares en 2021, de un total mundial de 3,3 billones. Hoy en día, hay que ser muy valiente para evitar China.
La mano de obra china ya no es tan barata: entre 2013 y 2022 los salarios manufactureros se duplicaron, hasta una media de $8.27 dólares por hora. Y lo que es más importante, el creciente desacoplamiento tecnológico entre Beijing y Washington está obligando a los fabricantes de productos de alta tecnología, especialmente los relacionados con semiconductores avanzados, a reconsiderar su dependencia de China.
La presión que EUA y sus aliados están sometiendo a los fabricantes de semiconductores chinos, está teniendo una consecuencia relativamente previsible: algunos de ellos empiezan a irse de China con el propósito de instalarse en un país en el que puedan desarrollar su negocio con libertad.
No obstante, esta estrategia no está siendo adoptada solo por las compañías chinas. En el país liderado por Xi Jinping, tienen plantas de producción de circuitos integrados muchas empresas extranjeras, como Samsung, TSMC, Intel o UMC, y algunas de ellas ya preparan su salida de China.
Para este gigantesco país asiático esta posible huida a gran escala es una mala noticia. La industria de los semiconductores tiene un impacto profundo tanto en la economía china como en el desarrollo tecnológico del país, por lo que la salida de algunos fabricantes de chips representa una evidente pérdida de valor.
EUA, Corea del Sur, Taiwán o Japón sufrirían de la misma forma si una determinada coyuntura desencadenase un éxodo similar al que comienza a fraguarse en China. Al fin y al cabo para estos y otros países desarrollados la industria de los circuitos integrados tiene un valor estratégico.
Hana Micron, una compañía surcoreana que está especializada en el ensamblaje, la verificación y el empaquetado de circuitos integrados, está trasladando sus instalaciones de China a Vietnam.
Según Reuters planea invertir 923,5 millones de dólares durante los próximos años para afianzar su estructura en este país del sudeste asiático. Además, las estadounidenses Amkor Technology e Intel también han invertido ya miles de millones de dólares en Vietnam con el propósito de consolidar en este país su infraestructura de fabricación y empaquetado de chips.
Lo que no está claro ahora mismo es cuáles son los fabricantes chinos que planean su salida de China, tal y como aseguran en Tom’s Hardware, pero con toda probabilidad podremos confirmar esta información durante las próximas semanas.
Sea como sea lo interesante es averiguar qué tiene Vietnam que lo hace un país tan atractivo para la industria de los circuitos integrados. Y lo más importante es que su Gobierno está creando el clima propicio para facilitar la llegada de empresas extranjeras.
De hecho, la Administración vietnamita se ha fijado un objetivo muy ambicioso: aspira a ingresar 100.000 millones de dólares gracias a su industria de los chips, y más de 1.000 millones a través del sector de la electrónica, todo ello en 2050, en apenas dos décadas y media.
Puede parecer mucho tiempo, pero no lo es. Es un suspiro cuando se trata de reconstruir completamente un sector que debe afianzarse como el centro de la economía de un país.
La industria de los circuitos integrados no le es completamente ajena a Vietnam. Actualmente Intel, Samsung, Amkor, Texas Instruments, Qualcomm o Infineon son algunas de las compañías que están presentes en este país. Aun así, Pham Minh, el primer ministro de Vietnam, ha elaborado un plan muy detallado que persigue desarrollar la capacidad de diseñar chips especializados, fomentar el crecimiento del sector de la electrónica, formar a trabajadores cualificados y atraer inversión extranjera. No obstante, esto no es todo. En 2050 este país aspira a tener listas seis fábricas de semiconductores y veinte plantas de empaquetado y test.
Esto podría representar una gran oportunidad de negocio para México, debido a la cercanía con el mayor mercado del mundo, mano de obra relativamente barata y especializada, ubicación privilegiada para la logística mundial, entre otras ventajas que tenemos.
Hay muchas partes en el proceso de fabricación de los semiconductores. Tienes el diseño, la producción de herramientas, la fabricación misma de los chips, el empaquetado antes de ser enviados al consumidor final. Ningún país se enfoca particularmente en todas las fases.
México puede jugar un rol importante en el ensamblaje y empaquetado. El país ya tiene desarrollada la industria del ensamblaje en el sector automotriz o en el de los dispositivos médicos.
Por eso México puede expandir esa ventaja hacia las industrias de ensamblaje y empaquetado de chips.
Desafortunadamente, gracias a la pobre infraestructura tecnológica y económica que tenemos, no es una opción tan viable, además hay que sumarle la incertidumbre económica y política de los últimos tiempos… es una pena.
México necesita hacer más en el desarrollo de una estrategia. Finalmente las empresas van a tomar decisiones de inversión motivadas por una lógica de negocio, pero el gobierno puede ayudar, asegurándose de que los incentivos tributarios sean diseñados de la mejor manera posible para que sean atractivos para las compañías.
Los segundo es que el gobierno puede ayudar asegurándose de que las empresas tengan el abastecimiento eléctrico, el agua y la energía limpia que se necesita para atraer inversiones de largo plazo.
Y lo último, probablemente la parte más importante, es que exista un ecosistema lo suficientemente extenso para el desarrollo de economías de escala que reduzcan los costos, como lo han hecho China, Vietnam o Taiwán.
México lo tiene en ciertas industrias como la automotriz, pero no lo tiene en industrias de semiconductores o en la producción de ciertos componentes electrónicos.
El gobierno puede hacer más para que las empresas se den cuenta de que hay interés en el desarrollo de esta industria y en resolver los problemas que enfrentan las empresas. Mientras más inversiones puedas atraer, más interés habrá en el futuro para que lleguen nuevas inversiones.
El principal desafío que enfrenta México es que hay muchos países compitiendo por atraer inversiones para la industria de los semiconductores, incluyendo algunos países que tienen desarrollados grandes ecosistemas electrónicos y que están más focalizados en atraer las inversiones que están saliendo o van a salir de China.
El gobierno mexicano tiene que ser más estratégico en atraer empresas y tiene que demostrar que el país es el lugar correcto para este tipo de industrias.