Dentro de las empresas de distribución de bienes duraderos o prestación de servicios a mediano o largo plazo, nos encontramos con el problema fundamental de que nuestros productos o servicios tienen un costo elevado para los consumidores y que su pago al contado es bastante complicado en la mayoría de las ocasiones.
Pensemos por ejemplo en ventas de automóvil, mobiliario para el hogar, equipamiento informático. Estos productos tienen un costo de varios miles de pesos y no todos nuestros clientes dispondrán del dinero suficiente para realizar un pago al contado de su compra. Financiar directamente estas ventas desde la propia empresa, es una tarea titánica, puesto que implica un músculo financiero importante y aún teniéndolo, estaríamos introduciendo una actividad financiera en nuestra empresa no exenta de riesgos. Para este tipo de empresas, la mejor opción disponible pasa por ofrecer el financiamiento al consumo a los clientes.
Qué es y cómo funciona el financiamiento mediante créditos al consumo
El financiamiento de nuestras ventas mediante créditos al consumo se realiza a través de las entidades financieras en general o de las entidades financieras de crédito (EFC). Las EFC son entidades financieras específicas que no captan ahorros de los clientes y que su actividad principal es otorgar créditos a los clientes finales (Sofomes, por ejemplo).
El funcionamiento es sencillo. Nuestra empresa formaliza contratos de colaboración con una o varias EFC’s y nosotros mismos actuamos como agentes de dichas empresas de cara a nuestros clientes. Es decir, nosotros nos encargamos de recopilar la documentación necesaria a enviar a la entidad financiera, a cargar los datos en sus propias plataformas de riesgo y tendremos de una manera rápida y sencilla la autorización o denegación de la operación de financiación.
En los casos de financiamiento al consumo, los requisitos básicos que se suelen pedir a los clientes, es que tengan capacidad de pago (demostrable mediante constancia de ingresos estados de cuenta, etc.) y que tengan un historial crediticio positivo sin incidencias judiciales ni anotaciones de morosos en Buró o Círculo de crédito.
Cada entidad financiera establece unas condiciones particulares de financiamiento: de financiamiento, plazos, importes máximos a financiar y tipos de interés, por lo que de manera previa a la solicitud del crédito al consumo, nosotros podemos informar perfectamente de dichas condiciones a nuestros clientes. Si la operación de financiación al consumo se aprueba, nosotros como vendedores cobramos la venta directamente de la EFC y nuestro cliente será el responsable del pago del crédito hasta la finalización del mismo.
Ventajas e inconvenientes de este tipo de financiamiento al consumo
Las ventajas fundamentales de este tipo de financiación son la comodidad para el cliente, que no tiene que buscar por su cuenta el financiamiento necesario para pagar la compra realizada, la rapidez en el trámite de la operación (en 24/48 horas tendremos respuesta) y la posibilidad de jugar con parámetros comerciales entre la financiera y la propia empresa. Podemos asumir desde la empresa el pago de intereses para financiamientos cortos (las famosas promociones de pague en 3 ó 6 meses sin intereses) e incluso podemos jugar con un beneficio a nuestro favor sobre el diferencial de interés ofrecido por la propia EFC.
Dentro de los inconvenientes que tiene este formato de financiamiento es que muy pocas entidades de crédito financian por esta vía a personas jurídicas, no es recomendable usarla para la financiación de servicios a medio plazo y que puedan suspenderse a lo largo del tiempo y en todos los casos, tendremos unos límites máximos financiables por este sistema.
Para las empresas de distribución de bienes duraderos, esta vía de financiamiento de sus ventas es muy adecuada para garantizarse el cobro total de sus ventas desde el minuto cero, al igual que le permite también crear tarjetas de crédito para las compras de sus clientes a lo largo del tiempo.