El Banco de México (Banxico) hizo válidas las expectativas y subió la tasa de interés a un nivel histórico de 10%.
Se trata de la primera ocasión en la que Banxico alcanza un nivel tan alto desde que utiliza la tasa de referencia como su herramienta primordial de política monetaria (tiene otras herramientas, como inyección la de liquidez).
Para la economía en general se trata de un suceso sumamente relevante, que afectará o incluso beneficiará a todos, desde los grandes inversionistas, empresas y gobiernos (federal, estatales y municipales), hasta los mexicanos de a pie.
Los beneficios o perjuicios pueden dividirse en dos grandes rubros, pero antes de platicar sobre los mismos, bien valdría la pena explicar lo relativo al objetivo que persigue Banxico al elevar la tasa a los niveles antes descritos.
El Banco de México está siguiendo al pie de la letra el manual no escrito de la lucha contra la inflación.
En primer lugar, mantiene su diferencia de tasas con respecto a la Fed, algo que hasta ahora ha sido más que compensado con la apreciación del tipo de cambio.
Es decir, las presiones inflacionarias provenientes del exterior pudieron ser más intensas si el peso se hubiera depreciado en todos estos meses; sería como el equivalente a importar inflación dos veces.
En segunda instancia, ha asumido, sin decirlo, la misma postura de la Fed en relación a los efectos que pudiera tener el incremento de las tasas de interés.
Particularmente, Banxico sabe que el costo de subir las tasas es una desaceleración económica, o incluso una recesión.
Sin decirlo, Banxico le apuesta a que la eventual desaceleración no sea tan profunda y que no derive en una recesión. O bien, que si llega a presentarse la recesión esta sea lo más pasajera posible.
Con una tasa en 10 por ciento, en doble dígito, el estímulo al ahorro y la inversión será un factor determinante para reducir el consumo, lo que debe bajar el crecimiento general de precios, es decir, la inflación.
Así, de este modo es como el aumento de tasas impacta a todos los mexicanos, incluso sin darnos cuenta. Es aquí donde entra en juego la inversión y el crédito, como factores que benefician y/o perjudican.
Las inversiones y los inversionistas son y serán los más beneficiados por el aumento de las tasas de interés.
Para empezar, un beneficio que tienen los inversionistas es una probable tasa real de interés positiva.
Claro, la condición para obtener dicha tasa consiste en que el rendimiento nominal obtenido sea superior al 8.41 por ciento anual de inflación que se registró en octubre pasado.
Para los inversionistas de mayoreo, interbancarios y/o institucionales, en este momento la tasa real de interés alcanza ya el nivel de 1.6 por ciento en promedio; quizás no sea una tasa extraordinaria como las de otras épocas, pero es algo no visto en más de una década, desde 2009.
Como sea, en general los inversionistas reciben ya una mejor tasa de rendimiento, con lo que registran mejores ingresos. Posiblemente algunas inversiones sigan castigadas con tasas reales negativas, pero seguramente serán menores.
Las inversiones estimulan a los inversionistas, y también el ahorro. Ese es quizás el principal beneficio de este aumento en las tasas de interés de nuestro país.
La otra cara de la moneda es desde luego el sector crediticio.
Claramente los costos asociados a los créditos también se han elevado, a todos los niveles, en todos los mercados.
Entre más suban las tasas de interés, mayores serán los costos en los créditos. Desde luego el impacto total dependerá de la magnitud de la deuda, el plazo de vigencia y el tipo de adeudo que se tenga.
Sin embargo, es importante señalar que, en este momento, una parte importante de los créditos vigentes en el sistema no deben tener problema de pago; en otras palabras, no hay un riesgo sistémico como en otras épocas, al menos por el momento.
La clave ha sido los años de estabilidad financiera y económica, el saneamiento y blindaje del sistema bancario, así como factores que le inyectan a México solidez, como formar parte del T-MEC, uno de los mayores y mejores mercados globales de consumo e inversión.
Los analistas económicos consultados por Citibanamex, tuvieron una perspectiva casi unánime sobre la decisión de política monetaria del Banco de México en diciembre, con un incremento de 50 puntos base en la tasa de referencia.
En la Encuesta Citibanamex de Expectativas (ECE) que realiza el banco de forma quincenal, todos los analistas anticipan que el próximo movimiento en la tasa objetivo de Banxico será un aumento en diciembre, con 29 de 30 participantes estimando un alza de 50 puntos base. Esto implica que la tasa de política monetaria se ubicaría en 10.50% al cierre de 2022, como el pronóstico del consenso de nuestra encuesta de hace dos semanas.
La media de la tasa objetivo para el cierre de 2023 registró una revisión a la baja a 10.00% desde 10.50% en la encuesta previa. En tanto, los analistas mantienen expectativas estables para el crecimiento del PIB. Para 2022, el pronóstico mediano del crecimiento del PIB se mantuvo sin cambios en 2.5%, con un rango de proyecciones que va de 1.7% a 3.0%. Para 2023, el consenso se mantuvo en 0.9%, como en la encuesta previa.
En resumen: si tienes tu guardadito invertido en algún instrumento de inversión (pagaré bancario, CETES, etc.) tendrás un beneficio por el aumento en la tasa que te pagan. Por el contrario, si tienes deudas (tarjetas de crédito, créditos de consumo, hipotecarias, automotrices con tasa variable, entre otros) te costarán más, por dicho aumento en las tasas que te cobrarán.