Suele ser de interés buscar la etimología de las palabras. En este caso me referiré a la palabra «ahorro». Según el diccionario etimológico proviene del árabe, «hurr» (libre); luego hubo un arabismo en la edad media: «horro», con el significado de lo que es libre, que no es esclavo. Se construyó más tarde el verbo «ahorrar» y de su semántica se deriva la idea de liberar a alguien de algo, como un gasto o un esfuerzo. Y también está en la definición el concepto de guardar para el futuro, reservar.
¿Por qué hablar de microahorro?
Hubo un proceso desarrollado y liderado por Muhammad Yunus, economista, premio Nobel de la Paz (2006), líder social bangladesh y creador del Banco Grameen, que aportó la idea del microcrédito, concretada en préstamos para millones de personas con el objetivo de proveer recursos para pequeños emprendimientos. La otra cara de la misma moneda puede ser claramente generar el instrumento del microahorro en el marco de un ecosistema de microcréditos y microseguros, para que millones de personas logren emprender actividades por cuenta propia para generar ingresos, sin depender solamente de subsidios y/o planes. El microahorro es, además, un buen instrumento de alfabetización financiera, ya que genera el hábito del ahorro, fundamental para las nuevas generaciones, ya que deberán complementar sus jubilaciones con ahorros voluntarios en su etapa laboral activa, si se pretende calidad de vida en la etapa pasiva.
¿Cómo implementar el microahorro?
Vivimos en la cuarta revolución industrial, con cambios exponenciales, digitalización, economía colaborativa, blockchain. Y todo ello en un marco global de casi 4000 millones de personas conectadas por telefonía móvil. Las fintech e insurtech son instrumentos insoslayables en lo cotidiano. ¿Fintech para microahorro?
Veamos: nuestro país es, en la región, el de mayor proporción de celulares por habitante; más del 60% tiene smartphone y ello es transversal en lo social. Eso permite accesibilidad para millones de personas no bancarizadas, conectividad permanente en todas las latitudes y escalas. Además, se permite la frecuencia y la continuidad de los ahorros, evitando que solo se den por períodos.
¿Para qué el microahorro?
Para fondear un sistema de microcréditos; para educar masivamente en el hábito del ahorro; para generar instancias de cambios culturales sin esperar que la macro acomode variables en el mediano y largo plazo; para proveer los medios que expandan microemprendimientos y atiendan las urgencias de millones de ciudadanos por la vía del autoempleo. «La civilización avanza cuando aumenta la cantidad de operaciones importantes que podemos llevar a cabo sin pensar en ellas», Alfred North Whitehead (1861-1947).