Durante los años 2019 y 2020 cerraron operaciones el 21% de las empresas en nuestro país. Aunque es relativamente normal que continuamente se creen y se cierren empresas en un país, la tasa de muerte empresarial se amplió en 2020 como consecuencia de la crisis sanitaria.
El Estado con mayor número de cierres fue Quintana Roo, donde se perdió el 32% de las empresas. La consecuencia de esto ha sido una precaria situación económica de muchas familias mexicanas.
La pandemia nos ha familiarizado con el concepto de exceso de mortalidad; los decesos observados que sobrepasan a los decesos esperados.
El Covid-19 ha provocado un exceso de mortalidad significativo en el mundo. De forma similar, esta enfermedad ha provocado el cierre de empresas por encima de lo esperado. El INEGI ha publicado un Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) en 2020 y en 2012, la información que contiene puede ayudar a dimensionar el exceso de mortalidad empresarial.
Si comparamos los cierres de empresas de 2012 y 2020 podemos tener una idea de cuántas empresas murieron a causa del Covid-19. De acuerdo con el estudio del INEGI, la tasa de muertes mensual en 2012 fue de 0.71%. En 2020, esa tasa ascendió a 1.36%. Esta diferencia implica un exceso de muertes de 546 mil empresas en un periodo de 17 meses (el periodo que comprende el estudio del INEGI). De esta forma, la proporción de empresas que murieron en exceso es del 11.2% de las que estaban en funcionamiento en 2019.
La principal consecuencia social negativa de esta muerte empresarial, es la pérdida de empleos. De acuerdo con el mismo estudio, se perdió 19.7% del personal ocupado, considerando tanto a los nuevos empleos generados por las nuevas empresas como a la pérdida que se dio en empresas que cerraron y en las que no lo hicieron, pero que redujeron su personal.
El efecto de esta reducción de personal ocupado fue principalmente una menor calidad del empleo en México. Muchas de las personas que perdieron su empleo tuvieron que encontrar alguna otra ocupación y por eso la tasa de desocupación no aumentó mucho en México. Sin embargo, la calidad de esa ocupación sí se deterioró. Esto se refleja, por ejemplo, en la tasa de subocupación que representa a aquéllas personas que tienen necesidad y disponibilidad de trabajar más horas de las que su ocupación actual les permite. Esta tasa aumentó de 8. % de la población económicamente activa en el primer trimestre de 2020 a 25% el siguiente trimestre.
Una parte de este sufrimiento se pudo haber evitado con ayuda gubernamental, pero no fue así. La pandemia representa un evento extraordinario y transitorio que afecta gravemente a las empresas y por lo tanto, a sus trabajadores. En este sentido, muchos gobiernos en el mundo ofrecieron apoyos también extraordinarios y transitorios para enfrentar la situación.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo una comparación de las respuestas de política fiscal de los diversos países como porcentaje de su propio Producto Interno Bruto. Las economías avanzadas ofrecieron estímulos en forma de gasto adicional o ingresos perdidos equivalentes a 16.4% de su PIB, encabezadas por Estados Unidos con estímulos equivalentes a 25.5% del PIB de ese país.
Las economías emergentes comprometieron menos recursos que las avanzadas. Esas economías apoyaron con un monto equivalente a 4% de su PIB. De la muestra considerada por el FMI, la economía emergente con un mayor estímulo fiscal fue Brasil con el 8.8%, y la que menos ofreció, fue México con apenas el 0.7%.
“Que quiebre el que tenga que quebrar”, fue el mensaje claro que fijaba la postura del gobierno ante los apoyos para las empresas de todos los tamaños; inclusive, no hubo descuentos ni prórrogas para el pago de las obligaciones fiscales.
La empresa es la principal generadora de valor en una economía. Su importancia en la generación de empleo es innegable. Es por esto que la pérdida de empresas como consecuencia de la pandemia representa un grave problema económico con importantes repercusiones en el bienestar de las familias.
Cuentan que el año pasado, en medio del encierro que paralizó la economía, en el gabinete de López Obrador surgieron iniciativas para apoyar sectores productivos.
Se le comentó al inquilino de Palacio Nacional sobre un plan para aliviar al sector restaurantero, “Han ganado mucho dinero durante bastante tiempo, que pongan de sus ahorros”.
Le propusieron entonces apoyar al sector de la aviación, “¿Me imaginan rescatando empresas aéreas?” preguntó a su vez Andrés Manuel. Nueva negativa. Podría darse el caso de que se cancele la ruta entre México y Monterrey, le insistieron al subrayar la gravedad de la crisis, “Hay camiones, que quien necesite se vaya en camión”.
No hay más que decir…