Conforme pasan los meses, el deterioro de Pemex es más evidente. Primero perdió el Grado de Inversión en 2020, después vino el aparatoso accidente en medio del mar, siguieron las denuncias internacionales sobre sus emisiones excesivas de metano y en este 2022 colocó deuda a una tasa en dólares que superó el 10.00%, en medio de accidentes cada vez más frecuentes y catastróficos.
Es claro que los inversionistas han dejado de confiar en Pemex y le exigen que haga cambios a la brevedad, reestructure su Plan de Negocios e inicie al cambio hacia una empresa de energía sustentable.
La gota que derramó el vaso, fue la colocación de deuda de Pemex en los mercados internacionales hace unos días por mil millones de dólares, por la que tuvo que pagar una tasa de interés de 10.35 por ciento, muy alta si se le compara con el 6.0 por ciento de la petrolera británica BP, el 4.5 por ciento de la danesa Shell o el 3.0 por ciento de Exxon.
Pemex no solo es la empresa petrolera más endeudada del mundo, con una deuda que supera los 100 mil millones de dólares, además es muy ineficiente por las pérdidas que le genera la refinación y sobre todo, no se ha comprometido con ser una empresa neutral en emisiones de carbono para 2050, sin olvidar tambien, las pérdidas por el robo de combustible (huachicol) en sus diversas modalidades, aún cuando se dice que ya no hay tal.
Exxon con ingresos por 8 billones de pesos en 2022, cinco veces más que Pemex, tuvo una utilidad cercana al billón de pesos. Tan solo en 2022 y durante los dos últimos años, ha integrado en su Consejo de Administración a líderes ambientalistas que están transformando a la empresa para que cumpla con su objetivo de ser Neutral en Emisiones de Carbono en 2050.
Shell, que le vendió Deer Park a Pemex, usa los recursos que obtuvo de la venta de la refinería para construir un parque eólico donde producirá hidrógeno verde para sustituir el hidrógeno gris que hoy produce quemando combustibles fósiles y reducir su huella de carbono.
Las grandes petroleras del mundo son empresas con altos niveles de deuda, ya que requieren inversiones muy elevadas para llevar a cabo sus procesos de exploración, extracción y refinación del crudo. Saben muy bien que deben hacer lo que piden los bancos y los grandes fondos de inversión de todo el mundo para que les sigan prestando dinero a tasas competitivas.
Pagar intereses por encima de los demás puede hacer que tengan pérdidas, ya que ninguna empresa en el mundo define el precio del petróleo. La que no es capaz de producir, bajo ciertos parámetros de costos, incluidos los intereses que pagan, terminan quebrando.
Los grandes bancos de todo el mundo ya le avisaron a sus clientes que no van a financiar proyectos contaminantes más allá de 2030.
Si Pemex no se compromete y cumple con ser una empresa neutral en emisiones de carbono en 2050, se quedará sin acreedores muy pronto, como casi le sucede en su última colocación. El mundo está cambiando hacia un mundo menos contaminante y si Pemex quiere que el mundo le siga prestando dinero, deberá adecuarse a las reglas del mundo.
Esta administración lejos de hacer los cambios que se requieren, invirtió en refinerías, canceló las posibles alianzas e incrementó las emisiones de metano a la atmósfera. Hizo por ideología todo lo que no debía hacer y ahí están los resultados. Los mercados ya no le quieren prestar dinero y le exigirán que pague los 100 mil millones de dólares que debe.