Desde siempre se ha mantenido la idea de que los pobres en México: «lo son porque no han tenido las oportunidades y ventajas que tuvieron los ricos», «los ricos son los malos», «nacieron con mala estrella», «los pobres son las víctimas de los ricos», etc.
Los gobernantes del pasado así lo han manejado por conveniencia propia, para sacar raja de la situación y poder manipular a las masas con dádivas y promesas, y así obtener ganancia de ello; actualmente se sigue con la misma práctica, diferentes formas, mismo fin.
En muchas ocasiones es verdad, pero no siempre es así.
Hay personas que surgen de los barrios más pobres, de las clases más humildes, muchas veces sin estudios ni recursos, salen a trabajar, a superarse, y lo consiguen. Trabajan duro sin limites ni horarios, se sacrifican ellos y sus familias, se arriesgan, se desvelan, no se conforman, se preparan, son constantes, persistentes, y finalmente consiguen esa categoría gloriosa de llamarse “emprendedor” o “empresario triunfador”, o mejor dicho “rico”.
¿Que irónico no?
Esta marcada división en entre “ricos y pobres”, o también digamos “pueblo y empresarios” se ha incrementado en la famosa 4T.
Nuestro presidente se declara defensor incondicional del pueblo, de esa gente pobre sin recursos ni futuro; lo defiende de los malvados empresarios que viven a costa del sacrificio del pueblo. Es como un nuevo “mesías defensor”.
Y te preguntaras: ¿porque lo mencionamos en este blog? fácil… ésta defensa de los pobres está costando muy caro a la economía del país.
Los recursos utilizados en repartir “las dádivas” a los menos agraciados, representan una gran tajada de los ingresos del gobierno, y no es que esté mal del todo, sino que muchas partidas no tienen sentido y no se obtendrá beneficio alguno, es dinero mal utilizado, y aún se sigue perdiendo en la burocracia y empleados del gobierno o políticos actuales; se sabe que sólo sirve para mantener cautivos, contentos e incondicionales a todos esos pobres que son votos potenciales, o sea, siguen haciendo campaña.
Los malos de la película, según la 4T, siempre serán los políticos del pasado y claro… los empresarios, aquellos que se aprovechan de los pobres, cuando en la realidad representan uno de los pilares más importantes de la economía nacional; obvio trabajan para ellos mismos, para ganar, pero también benefician a sus empleados y a la economía del país, unos más, otros menos.
Arriesgan sus recursos en el país, trabajan, invierten, generan empleos, progresan, arrastrando mejoras para todos, aún los consorcios internacionales. Los han tachado de malvados, vende patrias, aprovechados, conspiradores contra el gobierno y el país, avaros, entre otros adjetivos más fuertes (y algunos sí lo son, pero la minoría afortunadamente).
En la historia quedaron los éxitos del trabajo conjunto del gobierno con la iniciativa privada, cuando AMLO fue uno de los mejores jefes de gobierno en la capital del país. Parece que su derrota en el 2006 lo acomplejó, sintió que los “ricos” le habían robado la elección, y durante años creció un enemigo en su cabeza: los ricos, empresarios y emprendedores.
El gobierno actual se ha encargado de cargarles la mano a las empresas y trabajadores independientes, vía impuestos, cancelación de proyectos, terrorismo fiscal, etc., marcarlos como los malos de la película. Si bien es cierto que los empresarios no lo consideraron como buena opción, también es cierto que han estado dispuestos a trabajar de la mano del gobierno a pesar de las múltiples traiciones y “sin sentidos” que se han presentado.
La economía del mundo va a caer, es un hecho, y con ella la de México. Aún no sabemos el tamaño del golpe, pero los pronósticos oscilan entre un fatal -7% hasta un optimista -1.5%, y con estos escenarios en el gobierno y la contingencia sanitaria vigente, no se sabe cuál será el resultado final.
Por ejemplo, se tiraron a la basura 900 millones de dólares ya invertidos en la cervecera de Mexicali, y se borraron de un plumazo con la encuesta a los pobladores cercanos, con la posibilidad real de generar más de 30,000 empleos directos; esto manda un mensaje claro al mundo: “no queremos su dinero”, “inversionista, no nos interesas, preferimos cuidar de los pobres”, «aquí no te garantizamos nada».
Se canceló un aeropuerto en construcción muy avanzada, que bien se pudo “purificar” de corrupción y ambigüedades, y aprovechar lo “aprovechable” y no echar más dinero bueno al malo.
No se prorrogaron fechas ni se perdonó un solo centavo en el pago de impuestos, sin importar el tamaño de la empresa, negocio o changarro, aún con las graves consecuencias que ha dejado contingencia sanitaria.
Y otros ejemplos mas…
«Si empresas quiebran, los dueños deben asumir la responsabilidad» dijo.
Al terminar su sexenio, el presidente tendrá los peores números en la historia económica si continua así, y no se ve pinta de que vaya a cambiar, pero eso sí, lo seguirán adorando “esos pobres”, los mismos que en el 2024 cuando termine su periodo, seguramente seguirán siendo pobres, junto con los nuevos pobres que generarán estas decisiones.