Casi todos los clientes de bancos conocen el código BIC o el número IBAN de las transferencias bancarias, que las entidades financieras utilizan para intercambiar información de pago a través del sistema SWIFT y asignarla a las cuentas correspondientes.
¿Pero que es el SWIFT?
La Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT) es una red de alta seguridad que usa la banca para intercambiar información. Se trata de un sistema de mensajería que permite que los pagos se realicen de forma segura a través de las fronteras nacionales y facilita de forma amplia las transacciones internacionales.
La organización desempeña un papel fundamental en el mundo financiero: cualquiera que quiera transferir dinero a través de las fronteras no tiene más remedio que utilizar SWIFT. Los bancos utilizan el formato de mensaje estandarizado de la organización para informarse mutuamente sobre las transferencias instruidas. Un mensaje SWIFT contiene, por ejemplo, información sobre la identidad de quien efectúa un pago y del beneficiario, así como los números de cuenta correspondientes.
El mensaje SWIFT solo se utiliza para la comunicación. Los bancos liquidan la transferencia por sí mismos independientemente de SWIFT. Cada día, SWIFT envía alrededor de 42 millones de estos mensajes y es, por tanto, una piedra angular del tráfico de pagos internacionales.
A pesar de que no es el único sistema, es el dominante en el mundo. Mueve más de 100,000 millones de dólares diarios en pagos liderando absolutamente en lo que se refiere a este tipo de plataformas. Este sistema se fundó en el año 1973 e incluye a más de 11.000 instituciones de todo el mundo repartidas por más de 200 países.
A raíz del conflicto Rusia-Ucrania, se ha bloqueado su uso a Rusia como medida de sanción ante sus acciones militares.
Al no poder usar SWIFT la banca rusa quedaría aislada, al menos parcialmente. Aunque estas entidades utilicen un sistema paralelo, se bloquearían todas las ventas y cobros dificultando enormemente las operaciones internacionales. En 2014 Rusia lanzó un estudio que indicaba que perderían un 5% de su PIB de ser excluida de SWIFT. El motivo es que las empresas que tengas dependencia con recursos del exterior se pueden ver muy seriamente comprometidas.
El único precedente reciente de éste tipo de bloqueo, es el realizado contra Irán en 2012. El país de los Ayatolás fue expulsado a raíz de la escalada de tensión por sus investigaciones para lograr armas nucleares. Una vez impuesta esta sanción, perdió cerca de la mitad de sus ingresos por petróleo y el 30% de sus comercio exterior, según recoge el Instituto Finlandés de asuntos Internacionales. Según la propia institución la medida «terminaría con todas las transacciones internacionales, desencadenaría la volatilidad de la moneda y provocaría salidas masivas de capital».
Para Occidente, y en particular para Estados Unidos, también hay un precio y muchos riesgos. Por un lado, presidentes de la UE como Mark Rutte (Países Bajos), reconocen que «tendría enormes repercusiones» para Europa Occidental. El motivo fundamental es la mayor dificultad que encontraría el Viejo Continente para adquirir recursos estratégicos que vienen de Rusia. Además los acreedores financieros, se encontrarán en serios problemas para recuperar su dinero.
Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán han destacado que el motivo de que SWIFT se mantenga operativo para algunas instituciones financieras rusas no se debe solo a la necesidad de garantizar el abastecimiento de materias primas y energía. «Se trata de transacciones en todos los ámbitos, entre otros el de la ayuda humanitaria, el intercambio comercial legítimo, la sociedad civil,» argumenta la portavoz Susanne Sasse.
Además, admiten que podría haber llevado a muchas empresas alemanas a una situación complicada, porque el SWIFT habría hecho colapsar de golpe todo el comercio entre ambos países.
Sin embargo, el verdadero peligro es para el sistema financiero internacional y al reinado mundial del dólar (además de la posición del euro). Renunciar a SWIFT supone dejar de lado numerosas operaciones en dólares, el eje financiero de todas las transacciones comerciales. Expulsar a Rusia podría ofrecer un fuerte incentivo a las transacciones en rublos o yuanes, afectando de forma importante a los intereses norteamericanos.
Desde 2014 con la invasión de Crimea, esta medida fue una amenaza real para Rusia, por lo que Putin ya empezó a preparan su propio sistema de pagos, el SPFS. Actualmente 399 usuarios participan de este sistema y en 2020 ya se usaba tanto como SWIFT en las operaciones rusas, según el Kremlin.
El verdadero riesgo viene de oriente. China lleva años detrás de su propia alternativa, el CIPS. Este sistema ya cuenta con varios bancos rusos y podría permitir a Rusia eludir en buena medida los inconvenientes de ser expulsada de SWIFT. Para China la ventaja es evidente, reducir la dependencia del dólar y expandir su influencia económica. El CIPS podría convertir en una alternativa real.
Por otro lado, Putin cuenta con la alternativa de las criptomonedas para pagos transfronterizos. Según Bloomberg el Yuan digital podría ser utilizado para este fin y, de este modo, utilizar las stablecoins para eludir esta sanción por parte de Occidente. Una alternativa que reduciría el dominio económico estadounidense haciendo que esta sanción pueda tener un verdadero ‘efecto boomerang’.